viernes, 15 de septiembre de 2017

MENOS ES MAS.

A día de hoy, todos sabemos de lo fácil que es comercializar y capitalizarlo todo. Con lo que es lógico pensar que ocurra de igual manera en nuestro ámbito más cercano.
Es usual, en nuestra vida cotidiana y en nuestra tierra, que surjan conversaciones en torno a la manera en cómo nos acercamos a la montaña y a la escalada. Forma parte de la ética y de los valores de la montaña, estos casi obligados debates a pie de pared. Aunque mucha gente a veces ni se lo plantea. Más si son las nuevas generaciones.
Son muchos los que se acercan a la montaña, por cuestiones existenciales. Allí encuentra su razón de ser, la libertad, el descanso necesario, o un lugar donde crecer anímicamente, o donde simplemente ser felices. Otros se acercan por cuestiones de superación personal de diversos fines y aspiraciones, y otros buscando un sustento basado en el comercio turístico.
Lo que es innegable es que el paso del hombre deja una huella.
Existe una tendencia habitual que consiste en dejar tu marca, buscando un anhelo de infinitud de nuestra acción: a algunos les da por escribir su nombre en una pared (que detestamos a veces encontrar), otros dejan banderines de naciones, provincias, grupos o clubes en picos, es usual encontrar buzones en cumbres con papeles escritos,  que decir de las cruces cristianas que cumplen el perfecto papel de pararrayos, otros construyen verdaderas torres de hitos de piedra en picos (que nos guían), en ciertas culturas las banderas de plegarias lanzan al viento oraciones cambiando el color monótono del paisaje (motivo existencial y religioso), y otros simplemente aspiran a romper una marca anterior superándola, y dejar su nombre inmortalizado en los libros de la historia.
Lo cierto es que en el debate que se establece entre HOMBRE-NATURALEZA, da para grandes argumentaciones filosóficas. Y es en esta forma del porqué, de la búsqueda de la razón, en la que parece que de un mismo camino, surgen dos líneas divergentes en torno al sentimiento montañero, que da para escribir tanto.
Montaña como vivencia existencial versus Montaña como sustento.
No es lejano a nadie, ser conscientes de cómo se ha generado un gran negocio en torno a la forma de cómo salimos a la montaña.
Desde las grandes gestas del siglo XIX, de las sociedades geográficas en su afán de cartografiar y descubrir el mundo, se ha evolucionado a una actividad empresarial y de cadena productiva. Que necesita de la publicidad para sostenerse a sí misma.
Son muchos humanos, los que han comenzado su camino en la montaña, se han profesionalizado y llegan a límites que a veces se entienden como inhumanos. Y esa sensación de admiración del ser único, casi un Dios que ha roto una barrera, también se comercializa.
Estamos en un año, donde se han batido marcas de historia (o al menos a día de hoy, quizás dentro de unos meses o años ya no lo sean): subidas en crono-escalada al Everest en días casi consecutivos, propuesta de 9c en escalada, la búsqueda de cumbres invernales, los solos integrales del Gran Capitán, etc.
Hitos que conllevan el patrocinio de marcas y empresas del sector. Detrás de grandes hazañas, existen empresas que se afanan en fichajes profesionales de estas personas que a cambio de ofrecer una vida concentrada y centrada en la auto-superación extrema, buscan la publicidad en medios de comunicación para hacernos sentir, que todos formamos parte de ese mundo, y en definitiva vendernos sus productos. Forma parte del puro márquetin empresarial.
Ocurre en muchos deportes. Jóvenes talentos, que al final son absorbidos por la maquinaria de la comercialización, y rechazados cuando son improductivos o se lesionan.
Pero toda esta maquinaria tiene otra cara, y es la huella medio ambiental que generamos.
También es el año del colapso de la montaña debido al cambio global: la sequía, los incendios, la desertización, la erosión, la perdida de especies vivas, la escasez de nevadas, el deshielo, el retroceso glaciar, la perdida de permafrost, la contaminación, la gran afluencia y masificación, están haciendo sucumbir la montaña tal y como la conocemos. El temido cambio climático.
Es un verano de noticias de grandes derrumbes antes no vistos (la avalancha del cantón suizo de los Grisones, el derrumbe en el Piz Cengalo…), en definitiva, la montaña se torna inestable. Al igual que la naturaleza en otros lugares del mundo y nos lo revela.
El año 2002 fue el año de las montañas, han pasado 15 años, y el intento de hacernos reflexionar acerca de las montañas y su delicado equilibrio natural no ha servido de mucho. Poco se ha aprendido y evolucionado.
Parece que estamos más centrados en la admiración por la superación de la marca. Incluso de llevar a mucha gente a ese ocio extremo, para sacarlos de la cotidianeidad social. Enfocados en que cada vez, más empresas negocien con el turismo extremo. Un nuevo tejido empresarial donde todo vale, y se cuida poco a la naturaleza y está tan falto de respeto por el medio donde se desarrolla.
Y es de agradecer, en todo este entramado, que algunas de estas grandes figuras dejen huella de otras formas, en este caso la huella se torna luz y sombra social:
Y aunque menos conocidos y mediáticos existe una legión de personas anónimas, que luchan por la defensa de la actividad montañera para que sea SOSTENIBLE. Es necesario que pensemos acerca de estas cuestiones. Y que mejoremos nuestros hábitos a la hora de acercarnos al monte:

 
 
 

viernes, 28 de abril de 2017

Deportista o turista



Como consecuencia del accidente de Picos de Europa, donde tres montañeros han marchado hacia escaladas mejores, están publicándose artículos que recuerdan la no existencia de culpabilidad, cuando montañeros y escaladores eligen afrontar un riesgo, que pone su vida en peligro.



Siempre ha existido el compromiso en el mundo de la escalada, aceptas una escalada difícil, su éxito o fracaso. Y en determinadas disciplinas o éticas, el fracaso puede llegar a ser la muerte. Y en el colectivo se sabe y se asume este riesgo.


Pero el exceso de racionalización, por parte de los intereses de las aseguradoras, de los mandos políticos de los cuerpos de rescate de las comunidades, de las administraciones locales, de la prensa más o menos sensacionalista, de las nuevas líneas de trabajo llevadas a cabo por los comités de seguridad de federaciones, del sector profesionalizado de guías, etc.

Han llevado a buscar culpables y responsables en los accidentes en la montaña. A veces, para asignar el coste de los rescates, o quien debe pagar los seguros, etc.

Mezclando y confundiendo a la sociedad, con argumentos generales y sin profundidad, frente a los hechos acontecidos. No siempre hay culpables. O los son todos a la vez, si es necesario buscarlos.

Esta confusión parte, en los últimos años de la masificación o rápido incremento de nuevos deportistas de aventura.



Existe un nuevo perfil de turista activo, que asume estos retos de dificultad sin los conocimientos adecuados. Perfil, producto de las campañas de márquetin en prensa, de jornadas de fin de semana con empresas de turismo activo, de grandes superficies de venta de material de deporte, de nuevos negocios de rocódromos que no forman adecuadamente en sus cursos, etc.

Pero en este sector, siempre se olvida de que una cosa es ir de mano de una empresa a la que contratas un servicio, y por lo tanto, está sometida a una legislación reguladora en materia de Turismo Activo y de seguridad en el trabajo. Y otra es el acto voluntario de la busqueda de metas personales asumiendo riesgos y donde no existen más leyes, que las leyes no escritas de la montaña. Y este hecho es difícil de entender por la sociedad.

Nadie pone en duda hechos históricos de la gran época de las exploraciones de las Sociedades Geográficas, donde para descubrir un nuevo mundo, se mandaban a expedicionarios a inciertas empresas de incierto fin, y sin garantías de volver.

Asumamos desde el colectivo, la repercusión de nuestras elecciones, pero siempre siguiendo unas pautas:


1. Elección de la actividad o proyecto a realizar.

2. Estudio e recopilación de información disponible de la ruta.

3. Aprender las técnicas adecuadas asociadas a la actividad a realizar.

4. Elección adecuada de las personas a realizarlas, número, formación, empatía, etc.

5. Entrenamiento previo adaptado a la actividad.

6. Entrenamiento mental adaptado a la actividad a realizar.

7. Planificación de la actividad, días, equipo, protocolos de seguridad, etc.

8. Preparación adecuada del material técnico a llevar.

9. Conocimiento de la topografía, relieve, escapes, etc.

10. Información previa de las condiciones meteorológicas.

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