lunes, 14 de julio de 2014

VIA ESCORPIÓN. LAS FRONTALES. EL CHORRO

Hace poco nos propusimos rescatar antiguas historias de nuestros años mozos, y comentándoselo a Iván Jara, nos propuso contarnos su aventura en la Vía Escorpión en el Chorro.
Lo que yo nunca imaginé es que este relato me removería tanto las entrañas, me ha traído al presente recuerdos de un año aciago en el mundillo de los escaladores sevillanos.
Aún recuerdo aquel verano del 97, sentado en el sofá de mi casa de la playa, y mi padre dándome el periódico, enseñándome aquella noticia del Mont Blanc, en uno de sus miles intentos de disuasión para que dejara de escalar.
Fue una semana repleta de noticias, que volaban desde Chamonix a Sevilla, a través de la prensa y televisión.
Pero desde entonces, siempre he vivido con la extraña  amargura de haber perdido a amigos, sin saber a ciencia cierta quienes eran. Ya que en esa época éramos muchos los que vivíamos y entrenábamos en el puente de Triana, nos saludábamos, charlábamos y salíamos al campo juntos, muchas veces sin conocer nuestros nombres ni siquiera, o retenerlos en nuestra memoria. Éramos habituales del Cerro, pero no siempre coincidíamos, aunque todos nos conocíamos por entonces.
De hecho recuerdo a Patricio, sentado en el banco de hormigón coloreado del puente, contándome sus planes de verano, y una extraña sensación inundarme el cuerpo. Y durante años he vivido siendo consciente de la falta de alguno de los de entonces, sin saber quienes. Éramos pocos, pero muchos a la vez.
Nunca vi nada escrito sobre los cuatro sevillanos del Mont Blanc, nadie ya los recuerda excepto los antiguos amigos. En las conversaciones de escalada, nunca se habla de las gestas de esta época. No se si por un extraño escudo de defensa que creamos en el verano del 97, o simplemente por que el mundo no para de rodar.
Así que sin saberlo y haberlo planeado, sirva este relato contra la perdida de la memoria, contra la perdida del desarrollo de los escaladores de esta zona, pobre en montañas y paredes, pero majestuosa en el afán y sueños de sus montañeros y escaladores, que poco reconocidos, siguen llevando a cabo sus gestas.

Hoy he recuperado la memoria perdida...


RELATO DE IVÁN JARA:
Corría el 97, eran años en que la práctica de la escalada y más de pared era una práctica minoritaria y años en los que absolutamente todos los escaladores sevillanos se conocían, al menos de vista.
Tres jóvenes, Patricio, Ignacio y el que suscribe, soñábamos con las lecturas de Bonington ("Montañero" libro muy recomendable e ilustrativo de lo que es el alpinismo técnico de exploración), o con la biografía de Wolfgang Gullich; e intentábamos emular a nuestras referencias literarias; pero un exiguo bolsillo nos obligaba a buscar nuestras aventuras más cerca de casa y meternos en "fregaos" más domésticos.

Ya habíamos navegado por las extensas paredes del Chorro, habíamos sentido el sudor frío de la inseguridad en el Cerro de Cristo, tanto en la "Rayito de Luna", como en la "Aparcamiento indebido", vías de escalada clásica con alguna que otra "chapa de cocacola" (que dudo pasaran hoy día la prueba del dinamómetro, tan de moda en todo curso de prestigio), habíamos pasado jornadas interminables pedaleando en los "Tres techos", habíamos disfrutado vías míticas como "Espolón Massai", o "Zepellin", se podía decir que estábamos familiarizados con el ambiente aéreo…


Entonces alguien nos comentó la existencia de la vía "Escorpión" más de 300 m en mitad de las Frontales, en aquel entonces nos dijeron que era V+ y A 2+ (actualmente está de V+ A1, al no haberla repetido desconozco si tiene metido más anclajes o si la ha recotado algún máquina de los pedales), era una vía comprometida que requería un vivac en medio de la pared (en una repisa herbosa e inclinada, demasiado para una noche cómoda).
 

Así, los tres, ávidos de aventura, de paredes interminables y de noches estrelladas decidimos embarcarnos en aquella singladura. Recuerdo que después de haber comentado lo que íbamos a necesitar, y después de haber pedido algo de material prestado, nos fuimos para allá con unas previsiones de horario bastante más que optimistas (éramos jóvenes y el mundo estaba a nuestros pies), y saliendo de Sevilla temprano (pero no lo suficiente) nos metimos en el primer largo de la Escorpión, un largo mixto entre clásica fácil (con chapas de "cocacola") con algún que otro paso en artificial, recuerdo que empalmamos los dos primeros largos y nos la prometíamos muy felices; pero la pared, inexorable juez, no tardó en ponernos en nuestro sitio saliendo del primer gran desplome, donde ya el artificial exige mayor destreza y no es tan sólo pedalear entre una chapa y otra; en aquel largo se fueron algunas horas en las que Patricio se peleó como un león con los cacharros (los friends escaseaban por la economía paupérrima, y nos las teníamos que ver casi a base de fisureros, excéntricos y algún que otro pata de cabra-Tricams); mientras Ignacio y yo sufríamos lo indecible colgados en el vacío de los arneses sin haber previsto un columpio o algo que nos permitiera descargar el peso de las cinchas del arnés; eso unido a subestimar las altas temperaturas que podían hacer en esa pared a finales de mayo y andar cortos de agua, nos hizo tomar las sabia decisión de bajarnos.

Con las orejas gachas, tristes, pero no derrotados; decidimos volver mejor preparados, con una estimación más real de las dificultades, ¡¡buenos éramos para rendirnos y entregar la cuchara!!; "¿rendirme, yo?", es esa etapa en la que muchas veces el ego supera a la razón y la testosterona se impone por encima de todo,… de todo menos del compañerismo que se forja en fines de semana y fines de semana seguidos escalando, cocinando y vagabundeando por las escuelas de escalada siempre los mismos, siempre las mismas caras, cuando aún el término "compañero de cordada" tenía un sentido  mucho más amplio que el mero hecho de escalar una vía con alguien.
No recuerdo bien si fue al fin de semana siguiente o pasó alguno más, pero el caso es que aquella vez volvimos con la escalada mejor planificada; el día anterior dormimos en los albercones y muy, muy temprano nos levantamos, era ya el mes de junio y recuerdo que llegamos a pie de pared con el clarear del día.


Aquello empezó muy bien, íbamos rápido, habíamos aprendido la lección, y además ya conocíamos los primeros largos y fuimos abriendo cada uno el largo que había abierto hacía algunas semanas así que nos fuimos animando y estábamos viviendo la escalada. Cómo cada uno habíamos hecho. Pronto llegamos al nicho desde donde nos habíamos bajado en el anterior intento; nicho es ser generoso con aquella oquedad en la que muy apretujados, encorvados y con las piernas colgando cabían apenas dos personas (en la foto Ignacio-detrás y Patricio). Ahí empezaban a complicarse las cosas; ahí se adivinaba en una travesía ascendente de izquierda a derecha un largo peleón poco evidente y de dudoso aseguramiento, para los expertos en artifo aquello no sería A2+, pero para un trío que lo más duro en artificial que habíamos hecho era A1 (o A1+ si acaso) aquello era una barrera psicológica que pondría a prueba nuestros nervios,…y la paciencia del asegurador,… al cabo de pocos metros de travesía para mayor desesperación mía y de Ignacio dejábamos de ver a Patricio:
-Patriiiiiiiiii,….¿cómo va eso?
-Silencio…
-Patriiiiiiiiiiiiiiii
De vez en cuando se escuchaba algún resoplido, algún juramento, algún reniego, un pequeño tironcillo de la cuerda…
-Vale, vale esto va bien…

No sé cuánto tiempo tardó Patricio en negociar el largo más duro de la vía, pero fue bastante más de una hora, suerte que aún teníamos margen por haber empezado muy, muy temprano.
Recuerdo que montó la reunión debajo de un gran bloque que no inspiraba mucha confianza, recuerdo que según la idea que teníamos y el croquis que teníamos el largo era más fácil que lo que ya habíamos hecho (Patri era un máquina y por eso lo dejé abrir el largo más duro, jajaja), aún así la conciencia de macho alfa tendía a desaparecer y un duro diálogo interno se estableció en mi interior:


-macho alfa: Échale huevos y abre el largo; si no, de qué sirve tanta literatura, tanto entrenamiento y tanta camiseta de tirantas…


-macho gallina: bufff dile a Ignacio que abra que estás muy cansado,… ¿y por qué no a Patri?, no, él se ha currado el largo anterior y se merece un descanso,…¡¡¡joder que mala pinta tiene ese bloque!!!…


                                                            -macho alfa: maricona!! dale parriba!!!

Al final se impuso el macho alfa,…¡¡¡la de malas pasadas que nos juega a veces la conciencia alfa!!!, la de líos que nos evitaríamos si escucháramos más a menudo la conciencia gallina.

El caso es que poco a poco fui ganando metros, daba cierta tranquilidad saberme por encima del bloque tenebroso, pero me asaltaban las dudas, según el croquis en algunos metros más debería encontrarme un péndulo, ¿me lo saltaría y nos embarcaríamos?, esperaba que fuese un anclaje "a jierro", no es muy saludable ponerse a correr de un lado a otro de la pared con la cuerda haciendo el péndulo de un anclaje dudoso…¿dudoso?, ¿un anclaje dudoso?, jamás imaginé la decepción, el miedo, la frustración, las ganas de cerrar los ojos y no estar allí,… la recurrente pregunta de siempre "¿porqué no me dedicaré a la petanca?" me asaltó una vez más,…resulta que el punto del que tenía que hacer el péndulo era un plomo, ¡¡un puto plomo!! de la fecha de la apertura de la vía; un anclaje dudoso era un seguro de vida al lado de aquello, ¿correr de un lado a otro de la pared? no estaba tan loco ni tan ávido de emociones fuertes…así que en vez de correr me limité a balancearme muy suavemente de un lado a otro, sin perder ojo al puto plomo; el tiempo se detuvo, podía escuchar mi corazón, lo sentía latir en la boca, el miedo atenazaba mi garganta,…sin embargo ¡¡aguantó!!, el péndulo hasta una posición segura resultó no ser demasiado grande, metí un par de seguros, me relajé y seguí exultante hacia arriba hacia un  nicho donde me puse a montar reunión, después de todo íbamos en horario, nos quedaba un largo hasta la repisa del vivac y aún quedaba luz


Normalmente monté la reunión de dos o tres puntos, pero aquella vez no me dio mucha confianza y la monté de cuatro puntos. Patricio e Ignacio se disponían a "jumear" hasta la reunión, uno de ellos recogiendo el material y el otro sería descolgado por el otro hasta la vertical y desde ahí iría "jumeando" hasta la reunión. Ya estaban colgados los dos a unos 150 metros del suelo en el completo vacío,…de repente algo se movió en la reunión, se desprendió un enorme bloque, al estar ecualizada la reunión se reajustó y en principio el susto pasó, al mirar hacia abajo para ver cómo estaban mis compañeros el miedo volvió a asaltarme, no creía lo que mis ojos veían; lo había leído muchas veces, y siempre pensaba "bah!! cuentos para asustar a la peña, esas cosa son pasan", pero sí pasan, ¡¡vaya que sí pasan!!! el bloque había impactado en su caída justo en una de las cuerdas cortando la camisa y algunas hebras, y uno de mis compañeros colgaba en el vacío suspendido de esa cuerda rota, chillé, chille, grité hasta que no pude más, hasta que conseguí explicarles que aquel que fuera subiendo por la cuerda morada se cambiara de cuerda y subieran los dos jumeando por la misma. Es algo que en todos los cursos de espeleo y de rescate desaconsejan (me pregunto qué harían esos monitores en un caso así), metro a metro poco a poco y todo lo suave que se puede subir jumeando Patricio e Ignacio fueron ganando terreno hasta que volvimos a juntarnos en la reunión. Los nervios se calmaron y aquellos dos cuyo pellejo había peligrado no habían sido conscientes del trance hasta que vieron la cuerda rota.

 
Ignacio hizo el tramo que faltaba hasta el vivac, sin sorpresas, fuimos tranquilizándonos hasta terminar con éxito y aún de día la primera jornada.
La noche no fue excesivamente cómoda, hacía calor y metidos en el saco con el arnés puesto y anclados a la pared, y constantemente teniéndonos que recolocar porque nos resbalábamos para abajo; pero a fin de cuentas no era la peor noche que habíamos pasado juntos en montaña, los tres ya éramos expertos en tragarnos vivacs, si no en roca, si en laderas nevadas, y en medio de ventiscas en Sierra Nevada. Aquella noche nació uno de las leyendas urbanas que rondaban por el grupo de escaladores que entrenaban en el puente Triana; algún bichillo picó a Patricio de forma que le hizo un bulto considerable, dado que él no se dio cuenta de la picadura pensábamos que había sido una arañilla, o algún otro insecto que había originado una fuerte reacción; pero como estábamos haciendo la vía "Escorpión", la peña por asociación de ideas fue diciendo que en aquella vía le había picado un Escorpión a Patricio, aún hoy día hay quien me refiere lo del escorpión que le picó a Patricio…
Al día siguiente, temprano también, empezamos a escalar y fuimos devorando un largo tras otro, sin anécdotas que reseñar salvo dos. ¡¡¡Otro maldito plomo!!!, esta vez no hubo que hacer ningún péndulo tan sólo colgarse de él para seguir progresando, también me tocó a mí, pero esta vez no me causó mucho susto; fue al recuperar el material, este largo creo que le tocó a Ignacio cuando saltó aquel plomo que llevaba ahí unos cuántos años, aunque fuese de segundo, al saltar el plomo y con la dinamicidad de la cuerda Ignacio si se llevó un buen sobresalto, más por lo inesperado que por lo comprometido de la situación. Ya con el penúltimo largo terminado, nos quedaba una travesía de IV, estábamos los tres apiñados en una minúsculo repisa, y todo el mazo de cuerda en un pequeño resalte uno o dos metros debajo de nosotros,…como estábamos más apretados que sardinas en lata, un pequeño movimiento de uno de nosotros (o sea de todos, porque no había forma de moverse uno sin mover a los demás) desencadenó una caída de piedras por debajo nuestra con tan mala fortuna que impactaron en las cuerdas. Recogimos cuerda para revisarlas,…¡¡no es posible!! ¡¡dos veces el mismo fín de semana, nooooooooo!!!!; la cuerda que estaba sana había resultado casi seccionada por otra piedra, y este daño se había producido más o menos en la mitad de la cuerda,…¡¡y eso que era algo que sólo pasaba en los libros!!...
Terminamos el largo, y descendimos andando por la espalda de la montaña; ya abajo entre risas, cervezas y abrazos empezamos a hablar del próximo viaje que teníamos previsto; de las vías que íbamos a hacer en Alpes,…en aquel trágico y aciago verano de 1997.


In memoriam: Patricio, Ignacio, Rafa Y Fede

miércoles, 18 de junio de 2014

ESCALADA URBANA EN SEVILLA.

A continuación,  os transcribimos el artículo que ha escrito Oscar "El Cabra". Forma parte de un momento de la historia de la escalada de la ciudad, que hasta ahora no se había sintetizado y mostrado. Pero no por ello, debe de caer en el olvido.
Creemos que merece la pena ser recogido y archivado, ya que en su momento, fueron las pequeñas gestas de unos héroes anónimos para los titulares de los periódicos y las revistas de escalada de la época. Pero que a nivel de ciudad, supuso la admiración de muchos de los compañeros de cordada, de los actores principales de estas pequeñas historias.
Planearon escaladas a los hitos de la ciudad, las ejecutaron, y las encumbraron. Jugandose el tipo, no solo por las consecuencias de las posibles caidas, también por que en esas hazañas podrian haber acabado en el cuartelillo, como se decía en la época.


Escalada urbana en Sevilla.
Texto: Óscar García-Dils “El Cabra”.
Fotos: Eli Pires, Sergio Caro y Encarni Marín
Puente del V Centenario
En aquella época vivía cerca de este puente. Ya cuando estaba siendo construido nos gustaba encaramarnos por sus andamios. Como Sevilla no daba mucho para escalar, o más bien nada, sobre el año 1995 y acompañado de mi compañero del colegio José Roldán intentamos subir por el Pilar Este del Centenario. Una vez llegó la noche, saltamos a la nave donde se encontraba la base del pilar. Un perro San Bernardo nos dio la bienvenida cuando estábamos en mitad de la explanada, pero por fin conseguimos llegar a “pie de vía” sin muchas dentelladas. Subiríamos por la estructura de un ascensor de servicio que llega hasta la “cumbre”. Hay un buldercillo de entrada, que no es otra cosa que la caja del ascensor y de ahí “to-pa-rriba” por la estructura. Bastante grasa, viento y oscuridad hasta que tras dos largos de 55 m llegamos por fin a las luces de arriba que balizan el puente. Ahí descubrimos una habitación donde imaginamos se echó el bocata más de un currante durante la obra. Tras la charla y subidón de rigor, empezamos a bajar. Tras el primer rápel y a mitad de pilar, recuperando la cuerda, está hizo el bucle del diablo y el extremo se quedo “atado” al tubo metálico donde la habíamos fijado (hasta el día de hoy no recuerdo algo parecido). De buen rollo, tuve otra vez que hacer el último largo pero ya amaneciendo. Más de un conductor que pasaba por allí pensó que no había dormido demasiado. Muchos nos pitaron como locos. Por fin llegamos a la base y al perrito de nuevo!

Fotos: Joaquín “El Canijo” y Oscar “El Cabra” escalando el Centenario sobre el año 2000. Fotógrafo: Eli Pires. Asistente: Angel Durán.












Puente de la Barqueta
Durante una botellona durante la Fiesta de la Primavera, sobre el año 1997, cruzábamos el Puente de la Barqueta, bastante ciegos, Javi “Ronda” y un servidor. Nos dio el punto y le tiramos para arriba. Han habido innumerables repeticiones, muchas de ellas con amigos / amigas que no habían escalado en su vida, y subieron también “a pelo” medio en trance. Hicimos de “guía” con más de uno. Un colega del instituto nos dijo ya arriba: “La única putada, es que mañana no me va a creer nadie del barrio!”

Fotos: Oscar “El Cabra” en la Barqueta para una sesión de fotos. Este tipo de escaladas siempre las hemos hecho de noche. De día, siempre se da el cante, y se puede acabar con visitas inesperadas de bomberos / policía.


Puente del Alamillo
Subir el Puente del Alamillo siempre fue uno de nuestros sueños cuando entrenábamos en el Puente de Triana. Una de las primeras inspecciones fue con Javi “Ronda”. Hicimos el primer largo de chimenea de unos 16 metros llegando hasta una cómoda repisa. A partir de allí aparecía una chimenea aproximadamente de 1,50 m de ancho que no sabíamos cómo escalar ni asegurar. Tras analizar varias fotos, también estaba claro que el último largo, la cabeza del puente, no iba a ser ningún regalo. Tras un viaje de cacharreo por el guiri volvimos con nuevas ideas. Escalaríamos la chimenea abiertos en X y nos aseguraríamos aprovechando cada tensor del puente. Lo chungo es que contaríamos con unos 13 seguros en los primeros 120 metros de escalada (Entre tensor y tensor en algún tramo se puede meter un fisurero). Para la cabeza intentaríamos ganchear en artificial, valiéndonos de una pértiga.

Tras un primer infructuoso intento, en el que no pudimos sortear la cabeza final, volvimos nocturnamente al ataque la cordada formada por el fotógrafo Sergio Caro y Óscar “El Cabra”, con toda la artillería pesada. Llenos de motivación nos encaramamos a través de varios largos de chimenea deslizante poco protegible hasta que llegamos de nuevo bajo la cabeza. Esta vez, utilizando una pértiga de 6 metros y muy estirado, conseguí ganchear la “nariz” de la “cabeza” del puente. Con todo el amor del mundo, poco a poco, empezé a subir por la estática hasta que alcancé el gancho, e imaginándome una terrorífica rampa improtegible hasta cumbre tras la nariz, de repente me encontré con un cómodo balcón asegurable y después la rampa final con algo de ambiente pero con color, que finalmente llegaba hasta las luces que balizan la “cumbre”.
Una vez arriba reunidos y animosamente comentando la jugada, cometimos la novatada de cruzar durante un instante por delante de una cámara que controla el tráfico. Siendo las tres de la madrugada, nos tocó el turno del friky que llevaba toda la noche con los ojos pegados a la pantalla. Y así fue. Un minuto después escuchamos el zumbido de la cámara girando hacia nosotros. No había opción: “pabajo a saco”. Nos deslizamos a pelo y sin contemplaciones por la rampa de la cabeza final. Pero bajar los 130 metros de puente, no iba a ser cosa de 5 minutos. En el primer rápel ya teníamos la visita de un par de patrulleros. En el segundo rápel, ya flipábamos con la que se estaba liando por ahí abajo. Durante el último rápel se había liado ya la mundial, un show más propio de una película yanky de las baratas, donde ya habían dos carriles de tres cerrados al tráfico con 4 camiones de los bomberos, un camión grúa y probablemente 7 u 8 patrulleros, que emitían luces de todos los colores. Por megafonía nos decían que nos iban a rescatar! Después de gritar como descosidos de que no era necesario, y ya casi tocando el suelo, los bomberos empezaron a dar gritos de enhorabuena. Se escuchaba por ahí “¡Ahí lo llevas, primera a la norte del Alamillo!” o hablando entre ellos decían: “¡Manolo, cuéntale la de los Drus!”. Tras el típico papeleo, echamos unas merecidas cervezas por la Calle Betis en Triana!
Fotos: De noche, fotos originales del primer intento, y del segundo con cumbre. Fotógrafo: Sergio Caro. De día, fotos para un ascenso con permiso para Canal Sur. Cordada: Juan Herrera – Óscar “El Cabra”. Fotógrafo: Sergio Caro.
La Giralda
Subir hasta el Giraldillo fue planeado durante meses como un atraco a un banco. Ya sobre el 2003, era el “último problema de la escalada urbana sevillana”. La dificultad técnica o la exposición eran lo de menos. La verdadera dificultad es que esta “montaña” está en todo el corazón de la capital de Andalucía. Sólo al acercarte ya te cortarían los huevos.
Tras múltiples visitas, estudio de planos, fotos, horarios, posibles dificultades, logística y de varias reuniones con el equipo humano, planeamos la subida para un martes anodino de invierno. El típico día en que no habría ni Dios por la calle.

Tras realizar la visita monumental disfrazados de unos guiris cualesquiera, pero con nuestras pequeñas mochilas petadas de material, nos escondimos dentro de la Giralda la fotógrafa Encarni Marín, y los escaladores Ernesto “Gorra” y un servidor. Esperando pacientemente y ya con la torre cerrada a las visitas, apareció una limpiadora que estuvo haciendo su trabajo a literalmente tres metros de nuestro escondite, mientras como estatuas de sal, literalmente ni respiramos.
Una vez apagaron la iluminación ornamental de la Catedral sobre las 23:00, empezó la acción. Tras anular una cámara de seguridad tapándola con mi gorro, ya teníamos el campo abierto para nuestras andanzas verticales. Una vez llegados al Cuerpo de Campanas por las rampas interiores, utilizamos una pértiga de unos 6 metros con un gancho que fabricamos de propio, para superar un tramo liso, gancheando en un balcón intermedio. Así pudimos llegar a los cuerpos superiores para finalmente seguir escalando por la parte exterior alcanzando la base del Giraldillo. Recuerdo que arriba me entró la paranoia sobre que empezara a moverse la veleta o que siendo el día muy nublado como estaba, pudiera caer un rayo sobre el pararrayos, en nuestra reunión. Ya con todos arriba, fue una sensación de liberación, euforia y miedo, todo mezclado. Ya estábamos arriba, y todo lo demás ya no nos importaba. Así, comenzamos a hacernos fotos con flash. Por respeto a posibles futuros escaladores que subieran con un mejor estilo que nosotros, esto es, en libre desde la base -lo cual es posible por el diedro que forma con la Catedral por su cara sur-, no subimos los 2 metros que quedaban hasta la cabeza del Giraldillo, quedándonos en sus pies.

Tras el cigarrito de celebración de cumbre, como no podía ser de otra forma, comenzamos a bajar hasta alcanzar por fin las rampas del interior. Desde uno de los balcones de la cara norte, y apoyados por el equipo exterior de colegas que nos avisaban de cuando no venía nadie, iniciamos un rápel a fuego hasta la calle. Esperando escondido el último turno de rápel, podía perfectamente escuchar las conversaciones y el soniquete del juego de llaves de una pareja de vigilantes que hacía su ronda nocturna por dentro de la Catedral. Cuando por fin toqué el suelo de la calle sobre las 4:00 AM, no podía creer que verdaderamente lo habíamos conseguido. Fue uno de los días más felices de mi vida.

Fotos: Equipo de Apoyo: Eli Pires, Luís “Dos Hermanas”, Masi y Manu “Atletismo”. Fotógrafo: Encarni Marín. Escaladores: Ernesto “Gorra” y Oscar “El Cabra”.






domingo, 1 de junio de 2014

ENTRE EL URRIELLU Y EL EIGER. LA MEMORIA DE LO NO PERDIDO!

El aniversario de la catastrofe de estos dos grandes, pasó desapercibido hace un año. Vivimos en un pais donde da igual lo innovador y puntero que seas en tu deporte. Si no perteneces a los deportes estrellas, es como si no existieras.

Hemos tenido y tenemos la vanguardia de escaladores de roca del mundo en este pais, y no existe reconocimiento institucional, y menos aún de la gente de a pie. Que aún sienten y piensan a la montaña como algo de locos.

Conviene recordar las bases de nuestro presente en el mundo de la escalada. Que la memoria no nos traicione.

Que nuestro pequeño reconocimiento a Rabada y Navarro, sea no olvidar su gesta y su memoria.

Con toda nuestra admiración, cinco decadas después.

 
 
 
Y tras esto,  otro video de por donde van los tiros 50 años después...
 

jueves, 8 de mayo de 2014

lunes, 7 de abril de 2014

ESTRELLA, LA GATA DE LA VEREDA

En los años que llevamos saliendo a la montaña, nos han pasado cosas raras y poco habituales, generalmente experiencias muy enriquecedoras en el marco personal. Pero ninguna tan generosa como la que nos regaló este fin de semana una gata desconocida.

A veces siento que en el mundo de los animales (pensando estas líneas de una forma genérica), los humanos se posicionan en sus gustos bipolarmente. O eres de perros o eres de gatos. Lo cual no quita que la gente tenga más mascotas diferentes, o incluso ambas. En este pais solemos ser así.
 
De hecho en la educación que recibí, por parte de mis padres, siempre se valoró más a los perros, como aquellos compañeros obedientes, serviciales y que nunca te traicionarian, perfectos para la caza y la compañia. Y me hablaban de los gatos como aquellos animales, ariscos, agresivos, desprendidos e independientes.


Como siempre generalidades que solo llevan a la reducción de la realidad y de la riqueza de la pluralidad, que no es más que un producto del afán de clasificar racionalmente de la mente humana.

Si mi gato Kike (ya hace un año que nos dejó), ya me enseñó que los tópicos son malos consejeros, está gata montañera, nos dejó sin palabras el sábado.

Somos muchos los que al salir a la montaña, siempre soñamos con mezclarnos y compartir con los animales de ese habitat: Sorprendernos con el vuelo majestuoso de las aves o el volar errático de las mariposas, sentir la fuerza de las cabras montesas por las laderas, mecernos estáticos por la brisa del viento, viajar al subsuelo por el mundo de túneles de las marmotas...

Es ese sentimiento de compartir la grandeza de la libertad de los espacios abiertos, nos ha llevado a muchos a buscar la cercanía con los animales de esos lugares. Soñando siempre que se acerquen a nosotros, que no nos huyan o incluso que coman de nuestra mano.

Muchos personas (inducidas por alguna película, y que por miedo al ridículo no confiesan)  han soñado de jovenes tener un alter ego en algún animal, con el que se sentía identificado, al más puro estilo indio norteamericano, y dejar a un lado el sentimiento de miedo que la fauna tiene al hombre. Fundiendo nuestro ser con las cualidades que reconocemos en ellos.

En muchas ocasiones la realidad vivida es más cruel, siendo pocas las veces, que hemos atesorado la alegría de la cercanía del mundo animal. Y muchas más las ocasiones en las que un zorro nos ha robado la comida, roto la tienda, o nos han hecho alguna tropería puntual, por citar algún ejemplo.

Y por lo general solemos valorar más un pequeño detalle de un animal salvaje, que cualquier gran gesto de un animal doméstico.

Pues bien, en la entrada de la Vereda de la Estrella, hay un bar y en el viven gatos. Llegamos tarde para empezar a andar, y como siempre salieron a nuestro paso para pedirnos de comer.

Nuestra sorpresa fué cuando una gata nos siguió durante el primer repecho de la Vereda. Nunca imaginé que un animal desconocido me generara tantas sensaciones contrapuestas en tan corto espacio de tiempo.

En un principio, pensamos que se volvería al acabar su territorio, a la hora estabamos agobiados por que pensabamos que se perdería y le pasaría algo malo, incluso la intentamos asustar en varias ocasiones, para que volviera.
 
Pero ella seguía  a nuestro lado, tras otra hora ya era nuestra compañera de camino, vigilabamos que no se quedara atrás, la animábamos, la esperábamos si se retrasaba, y a veces nos adelantaba, y nos esperaba sentada mirando al rio. Tras tres horas de camino, llegamos a Cueva Secreta.

Estábamos cansados y ella exhausta y agotada. Ya era una más del grupo, cenó, compartió noche con nosotros y disfrutamos de su calor y cercanía, incluso dentro del saco.

Ya no era una gata hambrienta, era una gata montañera, una gata que por un ideal (el cual desconociamos) se aventuraba por los caminos. Y compartía las alegrias y sufrimientos del caminar.

A la mañana partimos hacia arriba y ella nos despidió. Dejandonos una sensación de amistad tan profunda y válida como la de un humano con la que compartes noche al lado del fuego.
 
En ningún momento me pararé a descifrar porqué lo hacía, nadie pone en cuestión a un montañero ni sus razones de ir a la montaña, de subir y bajar picos sin razones dentro de la lógica común.

Solamente quiero escribir estas líneas como homenaje a esas pequeñas cosas que nos regala la vida a veces, y que en muchas ocasiones nos cuesta reconocer. Y sobre todo por que sabemos que esta gata, no sólo nos regalo una noche a nosotros, si no que lo hará con muchos más.

Sabemos que es la gata de los mil nombres,  e imaginamos que todos sus compañeros de camino le pondrán uno nuevo cada vez que ella les acompañe, ya que sus dueños no lo han hecho.

Para nosostros fue "Estrella", en una noche.
 



miércoles, 19 de marzo de 2014

Chris Sharma & Stefan Glowacz: Into the light



SIGO EN LA SOMBRA, LLENO DE LUZ ¿EXISTE EL DÍA?
    Sigo en la sombra, lleno de luz; ¿existe el día?
    ¿Esto es mi tumba o es mi bóveda materna?
    Pasa el latido contra mi piel como una fría
    losa que germinara caliente, roja, tierna.

    Es posible que no haya nacido todavía,
    o que haya muerto siempre. La sombra me gobierna.
    Si esto es vivir, morir no sé yo qué sería,
    ni sé lo que persigo con ansia tan eterna.

    Encadenado a un traje, parece que persigo
    desnudarme, librarme de aquello que no puede
    ser yo y hace turbia y ausente la mirada.

    Pero la tela negra, distante, va conmigo
    sombra con sombra, contra la sombra hasta que ruede
    a la desnuda vida creciente de la nada.

    POEMAS ÚLTIMOS. Miguel Hernández
 
 
 

martes, 7 de enero de 2014

ROBO DE PRESAS EN EL ROCÓDROMO DE VILLALUENGA DEL ROSARIO


  
No es agradable que la primera publicación del año sea algo tan bochornoso como lo que narramos.

En Villaluenga del Rosario, (situado en la Sierra de Grazalema, Cádiz), se han estado robando durante años las presas de su rocódromo.

Éstas fueron repuestas durante las jornadas de Re+Equipación que convocó el Club de Alta Montaña de Villaluenga el 15 de junio de 2013, con presas donadas de forma desinteresada tanto por este club, como por La Madriguera, Club Elbruz y Club Arándano de Sevilla. Y que de nuevo han sido robadas.

Si hace tiempo se denunció a través de las redes sociales, que se habian dedicado a pintar los cantos de los bloques de Carmona, desgraciadamente, lo que viene a continuación es peor.

Ya habían robado antes presas, pero no se tenía muy claro, ni el porqué, ni para qué. Bueno, pues de nuevo han vuelto a robarlas del antiguo, pero no olvidado rocodromo de Villaluenga del Rosario (Cadiz).

En las jornadas de re+equipación se afianzaron las presas de la parte inferior con tuercas antirobo, para evitar nuevas sustracciones. Con lo que en esta ocasión han tenido que escalar y quitar las de más altura.

Pedimos a los responsables de este acto, que devuelvan el material robado. Y que la próxima vez, si tan necesario es en sus vidas desmantelar un rocodromo, pidan al Club de Alta Montaña de Villaluenga del Rosario, las presas que necesiten y se les darán.

http://camvr.blogspot.com.es/p/inicio.html

https://www.facebook.com/#!/Camvr


 

Destrepando por...

Escalada (25) Escalada Sostenible (11) Escalada en Cadiz (8) Escalada en Andalucía (5) Naturaleza (5) escalar (5) guia de escalada (5) Escalada Urbana (4) Geología (4) MUSICA (4) Buenas Prácticas (3) Educación Ambiental (3) Escalada en Bolonia (3) Escalada en Grazalema (3) Material de Escalada (3) Regulación de la escalada (3) Sostenible (3) escalada en estepa (3) escalada en la Sierra Norte (3) escalar en Estepa (3) rocodromos (3) Astronomía (2) Ciencia (2) Deportes (2) Escalada en Sevilla (2) Escalada en Zahara de los Atunes (2) Escaladores (2) Escalar en Grazalema (2) Historias de la Roca (2) Material (2) Mulhacen (2) Piadas (2) Re+equipación (2) Reciclar (2) Solsticio (2) cerro del hierro (2) escalada en la sierra norte de sevilla (2) escalar en el cerro del hierro (2) escalar en sevilla (2) grazalema (2) primavera (2) rocodromos sevilla (2) Alimoche (1) Arquitectura sostenible (1) BARES (1) BICICLETAS DE MONTAÑA. DESCENSO (1) Bicis (1) Bouldering (1) Cajón desastre (1) Cañete la Real (1) Croquis. (1) Cuerdas (1) ESOS LUGARES... (1) Eiger (1) Escalada en la Peña de la Plata (1) Fedamon (1) Gatos (1) GriGri (1) Huerto (1) Invierno (1) Mar (1) Mediterráneo (1) Montañas (1) Rabada y Navarro (1) Reciclaje (1) Resumen del año (1) Siete Lagunas (1) Urbano (1) Urriellu (1) barrancos (1) buenas practicas (1) cañones (1) escalada Sierra Sur (1) escalada clásica (1) escalada en Moron (1) escalada en la muela (1) escalada en tapia (1) escalar en el Chorro (1) escalar en la muela (1) resfriado (1) robos (1) rutas en bicis (1) semana de la montaña (1)